Capítulo 895
Capítulo 895
¿Qué pasó realmente aquella noche en la montaña?
A pesar de que casi se habían convertido en padre e hijo, ¿por qué llegó a odiar tanto a Tiberio?
Todo efecto tiene su causa; nadie odia a otro sin razón.
Imágenes fragmentadas parpadeaban en su mente…
Rick comenzó a temblar, a sentirse inquieto, a quedarse sin aliento, como si una mano invisible lo estrangulara con fuerza, justo como en aquel entonces.
De repente, el paisaje ante sus ojos cambió, y se encontró de vuelta en aquella terrible noche.
La oscuridad era profunda y la lluvia torrencial.
Al ver a Tiberio durante el día, quien se parecía mucho a Paulo, le vinieron a la mente los recuerdos del estudio de pintura de su padre.
Sentía tanto miedo como odio, y había pasado el día escondiéndose.
Solo al caer la noche, tomó la decisión, reunió el valor para buscar a Yareni.
Aún era joven, sin la capacidad de vengarse, pero no podía ignorar a Yareni.
Tenía que compartir su propia experiencia con ella, advertirle para que se alejara del demonio.
Sin embargo, en el camino se encontró con Tiberio.
Vestido con un impermeable negro y un sombrero de lluvia amplio, Tiberio apareció de repente frente a él, bloqueando su paso.
Lo miró fijamente, sin decir una palabra, pero con una mirada oscura y profunda.
Bajo la lluvia torrencial, Tiberio lo arrastró por una pierna hacia el monte trasero.
El terror lo invadió; resistió sin éxito, sus gritos de ayuda se perdieron entre el sonido de la lluvia.
El monte trasero no era una sola montaña, sino una cadena montañosa que se extendía detrás del pueblo.
Montañas tras montañas, todas salvajes y sin desarrollar, con terrenos escarpados difíciles de transitar y fieras merodeando.
Después de ser arrastrado durante lo que pareció una eternidad, cuando Tiberio finalmente se detuvo, estaba completamente lastimado.
Luego, ocurrieron tres cosas que nunca olvidaría en su vida.
La primera, Tiberio lo dejó atrás y se marchó solo.
De repente, apareció a su lado un joven desconocido.
El joven no lo conocía y se sorprendió de encontrarlo en la montaña a altas horas de la noche.
Sin darle tiempo de responder, el joven lo instó a levantarse rápidamente, advirtiendo que había fieras cerca y que si no corrían, serían devorados.
Escucharon los aullidos de una manada de lobos, mezclados con los rugidos de otras bestias.
El miedo lo invadió; sin tiempo para más, se levantó con todas sus fuerzas y empezó a correr
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Capítulo 895
tropezándose, siguiendo al joven.
Corrían adelante, con los lobos y las fieras persiguiéndolos por detrás.
Era como una escena de una película de terror, pero no era un juego, era una cacería real.
El miedo que sintió podría compararse con el de alguien temeroso de las serpientes, lanzado a un oscuro nido de ellas.
Pero lo peor estaba por llegar.
Corriendo, de repente un lobo salvaje saltó hacia ellos, mordiendo el cuello del joven, y la sangre brotó instantáneamente.
La sangre le salpicó en la cara, cubriéndole los ojos.
Cuando logró abrir los ojos de nuevo, el joven estaba siendo devorado por la manada de lobos.
A la luz tenue de la luna, vio esa escena horrorosa que nunca olvidaría.
La segunda cosa, después de la muerte del joven, fue llevado a un sótano.
Allí, increíblemente, vio a su hermana a quien había añorado tanto; ¡su hermana, su propia hermana!
Pero no hubo sorpresa alegre en su reencuentro, solo pánico.
Su hermana estaba siendo abusada por un hombre, igual que su madre había sido abusada por Paulo.
Al verlo, su hermana se sorprendió primero, y luego entró en pánico total.
Desesperada, negó con la cabeza, llorando y mirando hacia afuera, pidiéndole que se fuera.
El shock lo hizo olvidar momentáneamente la escena sangrienta anterior, y con todas sus fuerzas intentó avanzar para salvar a su hermana.
Sin embargo, otro hombre lo sujetó por el cuello, lo inmovilizó contra el suelo.
No pudo hacer un sonido, no pudo moverse, solo pudo mirar impotente cómo abusaban de su hermana hasta la muerte.
Esa ira y desesperación eran indescriptibles.
Era como cuando Ricardo Aeniz vio a Simone ser lastimada hasta morir.
Mirando a su hermana, cuya muerte no aceptaba, antes de que pudiera enloquecer, ocurrió la tercera
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