Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido

Chapter 207



Capítulo 207

Pedro no entendía por qué Bella había cambiado de esa manera tan repentina. All rights © NôvelDrama.Org.

Al ver sus grandes ojos húmedos y su expresión fría, incluso Pedro, que intentaba suavizar la relación entre ellos, no pudo evitar sentir cierta irritación.

-Bella, ¿es que tienes que ser tan voluble?

Bella lo miró desde arriba, con frialdad. -¿El voluble no eres tú? Antes ni siquiera te dignabas traerme a Villa Romero, y ahora que he dejado claro que no me interesa, insistes en traerme.

—Pedro, ¿acaso es sólo por resentimiento porque últimamente no te presto tanta atención?

-¿Crees que para mí es sólo resentimiento? -replicó Pedro.

-¿Entonces qué? -bufó Bella-. Si siguiera persiguiéndote y pendiente de ti como antes, ¿te fijarías en mí, te importarían mis deseos y me traerías aquí por propia iniciativa?

Pedro se quedó sin respuesta.

Antes, la Bella demasiado pegajosa, que no dejaba de intentar acaparar su atención de mil

maneras.

Maquillándose, vistiéndose provocativa, trayéndole leche… Le había causado muchos problemas.

Cuando Anna se convirtió en su secretaria, Bella no estaba contenta y armó un escándalo, incluso fue a quejarse a su abuela, haciéndole pasar a Anna innumerables apuros.

Sólo de recordar aquellos alborotos y chantajes de Bella, a Pedro le empezaba a doler la cabeza. No tenía ganas de volver a casa, ni siquiera la trajo a Villa Romero.

-Lo sé–dijo Bella con una sonrisa amarga-. En el fondo me detestas y desearías que me mantuviera lo más lejos posible. Ahora que he accedido a tu deseo, te arde el orgullo.

-Antes te amaba con locura, pero ¡no soy un accesorio al que atiendes cuando te place y desechas cuando te hastía! ¡También tengo sentimientos y me duele!

Dicho esto, Bella se dio la vuelta y se marchó escaleras abajo.

El empleado, que la había visto, le preguntó: -Señorita, ¿tiene alguna alergia alimentaria…?

-Gracias, no se moleste, me voy.

Respondió Bella, saliendo de Villa Romero.

Esa era una zona de ricos, todas las casas tenían coche y apenas había taxis que entraran a recoger a los clientes. Bella estaba a punto de pedir un coche, pero vio que el chófer de Pedro

estaba sacando el coche.

-Sube. -Pedro, sentado en el asiento trasero, bajó la ventanilla.

Bella respondió fríamenté: -No hace falta, pediré un taxi yo misma. -Aunque te considere un accesorio, no voy a dejarte tirada aquí.

La voz de Pedro sonaba tranquila, sin mostrar enfado ni emoción alguna. -Sube, te he traído

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yo, así que tengo la obligación de llevarte de vuelta.

Ante esto, Bella no discutió más y abrió la puerta del copiloto.

Pedro no reaccionó, simplemente abrió el ordenador y se puso a revisar el correo.

Todos estaban en silencio.

Llegaron a Villa Dragón. Fiona ya regresó.

Al verlos, Fiona les saludó: -Señor, señora, ¿tienen hambre? He preparado la comida, pueden

comer ya.

Bella quería decir que no comería y que descansaría, pero Pedro se adelantó y subió las

escaleras con paso

firme.

¿Señor, no va a comer? -preguntó Fiona.

Más tarde -respondió Pedro con voz apagada-. Tengo unos documentos que

atender.

¿Acaso las palabras de Fiona habían tocado una fibra sensible en Pedro?

Si fuera así, no podría ser mejor.

Así se ahorrarían los últimos días de discusiones.

Al ver que Pedro se había ido, Bella se sentó tranquila a la mesa.

-Fiona, ¿has resuelto rápido los asuntos de tu casa?

Los ojos de Fiona mostraron un brillo de incomodidad. —Sí, señora, ya no hay problema.

Bella pensó que Fiona debía haber tenido alguna dificultad, así que la tranquilizó: -Si tienes cualquier problema, puedes decírmelo.

Fiona negó rápidamente con la cabeza. No, no pasa nada.


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