Receta para robarle el corazón al Dr. Farel

Capítulo 534



La noche estrellada era especialmente brillante.

Apoyada contra la puerta del hotel, Evrie miraba hacia arriba, envuelta en los brazos de Farel, besándose con tal pasión que les resultaba difícil separarse.

Dentro de la habitación, el aire acondicionado soplaba fuerte, y su rostro estaba teñido de un tono rojizo.

Se deslizó su abrigo, se desabrocharon los botones, revelando un pedazo de su clavícula.

Los labios de él se movían hacia abajo, encendiendo el fuego con cada toque.

—Toc toc———

De repente, alguien golpeó la puerta desde afuera, y la voz de Rosana se filtró hacia adentro.

—Evi, Blanca me pidió que te trajera barbacoa, ¿todavía quieres comer? —

Evrie de repente se despertó de su trance, esquivando el beso de Farel.

Antes de que ella pudiera responderle, Farel volvió a besarla, sin dejarle tiempo para reaccionar.

Afuera, Rosana seguía golpeando la puerta—Evi, ¿estás ahí?—

Con la mente hecha un lío, Evrie rápidamente tapó los labios de Farel para evitar que hiciera ruido.

La relación entre ambas aún no podía ser tan exageradamente pública.

Especialmente no quería que Rosana se enterara.

Ella no podía guardar un secreto.

Con sus suaves manos sobre sus labios, Farel intencionalmente bajó la cabeza y mordió ligeramente la palma de su mano.

¡Era una sensación de cosquillas y hormigueo!

¡Este hombre…!

Con el corazón en la garganta, Evrie rápidamente retiró su mano y lo miró fijamente.

Farel elevó ligeramente las cejas, sus ojos destellaban con un brillo juguetón y provocador.

Al ver que él estaba a punto de inclinarse para besarla de nuevo, Evrie lo empujó.

Ambos cayeron al suelo, con Evrie encima de él, produciendo un ruido.

—Shh…copy right hot novel pub

Farel se rio entre dientes, con una voz profunda y resonante.

—¿Estás tan ansiosa por derribarme? —

El rostro de Evrie se tiñó de rojo, y rápidamente se gritó hacia la puerta—Estoy duchándome, deja la barbacoa en la puerta, por favor. —

—Oh…—

Rosana le respondió y, colgando la bolsa de barbacoa en el pomo de la puerta, se alejó.

El exterior quedó en silencio.

Evrie empujó a Farel, pero él la sujetó por la espalda y la atrajo hacia sí.

—¿Hora de cenar, no tienes hambre? —

—Sí, tengo ganas de comer carne. —

—Hay carne asada afuera…—

—Pero primero quiero comerte a ti. —

Evrie—…—

La alfombra era demasiado incómoda, y después de unos minutos, Farel la levantó y la llevó a la cama.

La temperatura de la habitación se elevaba por momentos, y la respiración de Evrie se aceleraba.

Durante el proceso, la voz ronca y profunda de Farel resonaba en su oído.

—¿Recuerdas los versos que le recitaste a Irene el otro día? —

—¿Qué? —

Evrie estaba confusa y no reaccionó de inmediato.

—La raíz, aferrada en el suelo. —

Farel, con ojos llenos de deseo oscuro, se movía intensamente.

—Las hojas, tocándose entre las nubes. —

Él sujetó sus manos, colocándolas a ambos lados de la almohada, entrelazando sus dedos.

—Cada vez que sopla el viento, nos saludamos el uno al otro. —

Farel bajó la cabeza y la besó, en un abrazo profundo y apasionado.

La piel de Evrie se enrojeció aún más, incapaz de dejar de calentarse.

—…—

¡Ese poema estaba siendo arruinado por él!

Al final, la barbacoa se había enfriado por completo.

Evrie levantó la bolsa de la manija de la puerta con una mirada de reproche hacia él.

Él la colocó en la mesa para ella y comieron juntos.

Viendo que él no tenía intención de irse, Evrie le preguntó—¿No te vas a ir esta noche? —

Aunque decía eso, Evrie aún estaba preocupada.

—¿Y si alguien te está siguiendo? Es mejor que cada uno se quede en su habitación. Termina de comer y sube. —

Farel entrecerró los ojos para mirarla.

—Antes no podías echarme, ¿y ahora me estás empujando hacia afuera? —

Evrie lo miró fijamente—Antes no te podía retener, siempre te querías ir, ¿y ahora te has pegado a mí? —

Farel…—

Él vaciló por un momento, sin saber qué decirle.

Después de haber probado la carne, ¿quién querría volver a la soledad de las verduras?

Y más aún con Jacinto al lado, siempre al acecho.

Dijo—No me iré, todavía no estoy satisfecho. —

Evrie—¿? —

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—Esta noche, trabajaré hasta tarde. —

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