Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)

Capítulo 1001



Capítulo 1001

Capítulo 1001

Al escuchar la voz de la criada, Fernando se molestó. ¿Un regalo de bodas? ¿De quien? ¿No podría

enviarlo por la noche?

“Vete. Bajaremos pronto“. Fernando frunció el ceño. Contuvo su ira y ordenó a la criada que saliera

por la puerta.

La criada no tenía idea de lo que estaba pasando en el guardarropa y tampoco se atrevió a entrar.

Bajó la cabeza y dijo: “Sí, señor Santander“.

Pronto, ella se fue.

Sabrina puso sus manos alrededor de la cintura de Fernando y dijo: “Vamos a mirar. Tal vez sea de mi

hermano“.

Le contó a Dennis y Paige sobre su boda hace dos días.

Dennis prometió que se tomaria un tiempo para regresar y asistir a su boda.

¿Fue de él?

“Dennis?” Fernando dijo, infeliz.

Aun no habia comenzado.

Entonces, ¿tuvieron que parar y bajar primero?

“Si, vamos.” Sabrina se sonrojó, tratando de ignorar su cosita en la entrepierna y saltar de la mesa de

cristal.

Pero Fernando la detuvo y le susurró: “¿Puedes dejarme así?“.

“Puedes lidiar con eso tú mismo!” Sabrina le dio un puñetazo en el pecho.

Fernando se rió: “Estás equivocado, cariño. A ningún hombre le gustaría tratar con las manos cuando

tiene esposa.

“Me estás torturando“.

Sabrina perdió las palabras.

“Asi que quieres bajar después de tener sexo?”

“Por supuesto.” Fernando sonrió y le mordió el lóbulo de la oreja.

Sabrina sintió que sus piernas se debilitaban tan pronto como sintió que le mordian el lóbulo de la

oreja. Casi se cae de la mesa de cristal. Ella no tuvo más remedio que agarrar su camisa y dijo: “Casi

me caigo“.

“Abrázame fuerte, entonces. Podría golpearte más tarde“. Fernando se rió y la besó repetidamente.

Sabrina sintió que su esposo era como un lobo.

Un lobo hambriento que no estaría satisfecho.

Sin embargo, Sabrina disfrutó bastante de su toque y beso.

Pronto, ella estaba demasiado débil para luchar.

Cuarenta minutos después.

El sexo feroz finalmente había terminado. Sabrina todavia recordaba el regalo de bodas de abajo y

quería bajarse de la mesa a toda prisa.

Fernando se puso los pantalones y la cargó hacia abajo, “¿Qué tal si te duchas primero?

“Son solo unas flores. Tómate tu tiempo“.

Tiene sentido. Sabrina pensó. Estaba sudorosa después de mucho sexo.

“Bueno.”

“Buena niña.” Fernando amaba más cuando ella hundía la cabeza en su pecho.

Los dos fueron al baño para darse una ducha primero.

Después de eso, bajaron las escaleras con ropa informal.

Habia una gran caja de regalo negra sentada frente al sofá de la sala de estar. Dentro había un gran

ramo de rosas rosada

También había una tarjeta de platino en las rosas.

Sabrina se acercó y olió las rosas con una sonrisa. Luego le preguntó a la criada: “Eso es de mi

hermano?”

La criada no tenia idea, por supuesto. Porque fue el personal de la floristeria quien lo entregó.

El personal nunca mencionó que la flor fue enviada por Dennis Ford.

Entonces la sirvienta negó con la cabeza y dijo: “No sé, señora Santander. Lo entregó un chico de la

floristeria, diciendo es su regalo de bodas“.

“Oh, déjame ver“. Sabrina sacó la tarjeta, tratando de verificar la nota en la tarjeta.

Pero cuando la abrió, vio que la tarjeta estaba firmada con el nombre de Emma Howell.

Sabrina estaba un poco molesta. Exclusive content © by Nô(v)el/Dr/ama.Org.

Las palabras de la tarjeta eran sencillas: “Felicidades, señora y señor Santander. Feliz boda“.

Sabrina no podia decir nada de esta tarjeta.

“¿Qué? ¿No es de tu hermano?” Fernando sintió que algo andaba mal y preguntó

“No. Es de la tienda de vestidos de novia“. Hablando a la ligera, Sabrina lo hizo rodar y lo tiro a la

basura.

Fernando tuvo dudas cuando vio que tiro la tarjeta a la basura, pero no preguntó nada al respecto, en

cambio, dijo: “¿Qué hay de las flores? ¿Quieres poner las flores en el florero?”


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