Capítulo 109
Capítulo 109
Capítulo109
Clara se sentó en el automóvil sin decir una palabra durante todo el trayecto.
Se sentía apática, como un robot que se ha quedado sin funcionamiento.
Cada vez que recordaba las palabras excesivas que Alejandro le había dicho, sentia como si le hubieran arrojado un cubo de agua fría de pies a cabeza, y se enfurecia tanto que temblaba.
¿Cómo no se había dado cuenta antes de lo despreciable y mezquino que podia ser él? ¿Cómo no
había visto su falta de vergüenza?
Realmente, el amor puede no hacer feliz a una persona, pero sí la puede convertir en ciega.
-Señorita, siguiendo sus instrucciones, publiqué el video. Mire, Leona y sus dos amigas se están
peleando -dijo Aarón, sosteniendo su teléfono frente a ella.
Clara levantó ligeramente los párpados y vio en la pantalla a las tres mujeres peleando, un caos
total.
-Tsk, tsk, estas mujeres son realmente feroces cuando pelean entre si. Señorita Hernández tiene
habilidades de combate, es una lástima que no se dedique a la lucha libre -bromeó Aarón,
disfrutando de este escenario.
-Humph, ya sea una bofetada o jalar el cabello, no hay habilidad alguna, no tiene nada de
interesante.
Aunque lo dijo, la mirada de Clara no se apartaba de la pantalla, sus palabras contradiciendo sus verdaderos sentimientos. A decir verdad, ver a esas tres mujeres conspirando una contra la otra
resultaba bastante liberador.
-Señorita, ¿está segura de que Alejandro borró todas las fotos?
Aarón pensó en cómo Alejandro abrazó a la señorita por la cintura, sus acciones claramente
inapropiadas, lo cual lo llenó de ira.
Sin embargo, también sintió un atisbo de tristeza. Después de todo, alguna vez estuvieron casados,
e imaginaba lo íntimos que debieron haber sido durante esos tres años. Al final, él era la persona
menos calificada para preocuparse por ello.
-Seguramente las borrará. Incluso si no le agrada Leona, considerará el prestigio de la familia
Hernández. Material © NôvelDrama.Org.
De forma positiva, él prioriza el panorama general. De forma negativa, es despiadado e indiferente, sin reconocer ningún vínculo personal.
Clara suspiro ligeramente y desbloqueó su teléfono con la clave.
Nunca esperó que Alejandro recordara la clave de su teléfono. Quizás fue en uno de esos días
durante los tres años en los que él vio de manera accidental mientras ella lo ingresaba y desde
entonces lo retuvo en su memoria.
Pero ¿qué diferencia hace que él lo recuerde? Ese hombre que nunca la amó en realidad, nunca
podría saber qué significa “0923“.
Ese fue el día en que Clara fue rescatada por Alejandro en la montaña, cuando se conocieron por
primera vez hace trece años.
Quizás, todas esas experiencias conmovedoras para ella no tuvieron ningún valor en sus ojos.
-Señorita, ¿qué deberíamos hacer a continuación? Alejandro ha destruido las cosas que nos
mantenían a raya con Leona, así que es aún menos probable que esa mujer se someta -Aarón
suspiró frustrado, frunciendo el ceño.
De repente, Clara exclamó con los ojos redondos como cristales. —¡Qué!
¡En su lista de contactos, de alguna manera apareció el número de teléfono de Alejandro!
¡Qué astuto!
Por la noche, Alejandro regresó a su mansión desde el Grupo.
Afuera, la lluvia caía sin cesar y observaba las gotas de agua cristalinas en la ventana, como si
estuviera viendo los brillantes ojos de Irene.
Sin embargo, cada par de ojos estaba lleno de resentimiento infinito, lo que empeoraba su ya
deprimido estado de ánimo.
Alejandro alzó su pálido y frío cuello, las luces de neón delineaban su mandíbula afilada,
añadiendo un toque seductor a su expresión fría.
Él levantó su mano delgada y bien formada para ajustar su meticulosamente hecho nudo de corbata. La suave textura de la tela era como la cintura de aquella mujer…
La nuez se deslizó incontrolablemente en su garganta, su respiración se volvió agitada. Intentó desesperadamente sacar la imagen de los ojos acuáticos de Irene de su mente, pero fue en vano.
Esa mujer se estaba volviendo más audaz.
Antes, durante los tres años de matrimonio, ni siquiera se atrevió a tomar su mano. Pero ahora,
después del divorcio, se atrevía a provocarlo en público.
¿Qué pensaba ella que era él?
-Señor Hernández… -César, que estaba sentado en el asiento del copiloto, lo llamó con voz baja,
indeciso sobre si hablar o no.
-Habla.
Alejandro no pudo dejar de pensar en Irene.
-Señorita Leona ha causado un gran revuelo con el incidente en el hotel. Los comentarios en línea
están diciendo que los herederos de los conglomerados son insensibles y pisotean el orgullo de los
demás. ¿Cree que deberiamos…?
-No me importa.
-Si no le importa, temo que la señora se quejará con el señor Enrique. Me preocupa que el señor
Enrique lo ponga en una situación difícil.–César estaba lleno de preocupación.
La expresión de Alejandro se oscureció ligeramente mientras curvaba los labios. -No tengo miedo,
¿por qué deberías tener miedo tú?
Ding, el teléfono de César sonó.
-Señor Hernández, he obtenido el metraje de la vigilancia que solicitó.
Alejandro levantó la mirada y tomó el teléfono.
En la pantalla, apareció el enfrentamiento completo entre Irene y Leona.
La arrogante actitud de Leona al hablar a sus espaldas, su postura desafiante, incluyendo el
momento en que Irene se defendió después de que Leona intentara atacarla le surgieron.