Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 12



Capítulo 12 

El que 

debía una explicación era él, sin duda. Se deshizo de Andrea con unos pocos pasos largos hacia mi, mientras que su voz, tan diferente de la frialdad anterior, era tranquila pero despreocupada mientras me preguntaba: “¿Lo escuchaste todo?” 

“Si.” No intenté ocultarlo. 

Sin embargo, no dijo nada, solo tomó un abrigo de las manos de un sirviente para ponerlo sobre mis hombros, me rodeó con sus brazos y caminamos hacia adentro mientras decía: “Hace frío, mejor 

entremos.” 

Como si lo que acababa de escuchar fuera una conversación de lo más normal. 

“Isaac.” 

La voz terca de Andrea resonaba una y otra vez: “ilsaac!” 

Él hizo como si no la escuchara. 

En el tiempo siguiente, se le notaba distraido, revisando su teléfono con frecuencia. Finalmente, llegó las nueve, la hora de descanso habitual de Ricardo. 

“Ya eres un hombre con tu propia familia, ¡debes medir tus acciones!” 

Ricardo nos acompañó al patio, advirtiendo a Isaac con seriedad: “Trata bien a Cloé, no pienses que puedes maltratarla solo porque ella no tiene a nadie en su familia para defenderla.” 

Mis ojos se humedecieron sin poder evitarlo. 

Isaac sonrió levemente y asintió diciendo: “Si, no la maltrataré, ni dejaré que nadie más lo haga, no te preocupes, abuelo.” 

“Mi niña, si algo sucede, ven a decírmelo, yo te apoyare.” 

Ricardo me dio unas palmaditas en la cabeza, mostrando su afecto. 

Sonreí y dije: “Gracias, Ricardo. Vendré a visitarte cada vez que pueda. Entra ya, descansa temprano.” 

De regreso, sentada en el asiento del copiloto, me invadia el sueño. No sé si era por el inicio del embarazo o qué, pero últimamente me daba mucho sueño. Sin embargo, en ese momento, no podia dormir en absoluto, mi cuerpo estaba cansado, pero mi mente, increiblemente lúcida. Quería esperar a llegar a casa para que él me diera una explicación. Pero era demasiado tortuoso esperar. Con algo de cordura, pregunté: “¿Qué relación tienes realmente con Andrea?” 

¿Era solo un amor de juventud? O era el amor de su vida. 

Al oir eso, Isaac redujo la velocidad del auto, diciendo con calma: “Nosotros estuvimos a punto de es juntos.” 

Mis labios se entreabrieron, como si mi garganta estuviera bloqueada con una esponja empapada en agua y tardé un rato en poder hablar: “¿Fue durante tu época universitaria?” 

Los fragmentos de recuerdos sellados brotaron. Resulta que Isaac era mi compañero.de universidad en la Universidad de Puerto Nuevo y una figura destacada en el campus. 

Con un rostro favorecido por Dios y además heredero de Montes Global Enterprises, talentoso y distinguido, no había chica que no lo quisiera. Su mochila siempre estaba llena de cartas de amor que las chicas le enviaban. Pero antes de que pudiera confesar mis sentimientos, escuché que ya le 

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Capitulo 12 

gustaba otra chica. Así que era Andrea. 

“¿Cómo lo supiste?” Isaac me miró sorprendido. 

Desvié la mirada hacia él y mi voz sonaba con dificultad mientras decía: “Isaac, olvidaste que yo también estudié en la Universidad de Puerto Nuevo.” 

“Oh, cierto.” 

Volvió a su expresión habitual, imperturbable mientras decia: “Lo siento, ha pasado mucho tiempo.” 

¿Había pasado mucho tiempo, o simplemente no le importaba y no lo tomaba en serio? Justo cuando iba a decir algo más, su teléfono comenzó a vibrar. Sin siquiera mirarlo, lo colgó. Y volvió a sonar. Una y otra vez. Como si no fuera a parar hasta el fin del mundo. 

Isaac colgó de nuevo y su expresión era de molestia, explicándome: “Victoria y mi padre la han 

malcriado.” 

Sonrei, tomé su teléfono, realicé un par de operaciones para bloquear y eliminar, y se lo devolvi diciéndole: “Ahora hay silencio.” 

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