Capítulo 23
Capítulo 0023
Adrián escuchó la conversación y habló para detenerla. No es que le gustara meterse en asuntos ajenos, pero era experto en leer las miradas de las personas. Comment by DIEGO.PINZON9@ correo.uis.edu.co: Estos parrafos grandes es mejor separarlos
En estos últimos tiempos, Julio no solo se dedicaba al trabajo, también ordenaba con insistencia buscar a Silvia y presionaba constantemente los negocios de Luis. Para Adrián, estas acciones de Julio no eran simplemente porque no le agradara Silvia.
Día tras día, Julio no dejaba de buscar a Silvia. En la víspera de Año Nuevo, la nieve caía copiosamente. Antes, Silvia solía acompañar a Julio a casa, pero este año era absolutamente diferente.
Julio regresaba solo.
A diferencia de la felicidad que compartían cuando Silvia se iba, ahora Julio se sentaba solo, apenas si hablaba, con una expresión seria y distante que alejaba a cualquiera.
Frente a la Villa Oasis, cubierta de nieve, el paisaje era hermoso a primera vista, pero por alguna razón, algo realmente faltaba...
Julio estaba de pie junto a la ventana, encendiendo una tras otra las colillas de cigarrillo. -Silvia, mejor que no te encuentre-, murmuró.
La puerta detrás de él se abrió. Julio se volteó y vio a su madre, Nadia, vestida lujosamente, entra.
-Julio, ¿qué te pasa? Desde que Silvia murió, te has convertido totalmente en otra persona, dijo Nadia con gran preocupación. Julio no le dio importancia. Él nunca había cambiado. No pudo contener su duda: -¿No será que te has enamorado de Silvia? Pero ella ya no está.
Julio no dudó en responder: -Ella no merece.
Nadia iba a decir algo más, pero Julio la aconsejo que descansara y se quedó solo en la sala, bebiendo. Bebió hasta embriagarse, a pesar
de tener la calefacción encendida, Julio sentía demasiado frío.
Silvia, Silvia... murmuró.
A las 12:00 en punto, despertó de su embriaguez, como si viera a Silvia. Pero cuando extendió la mano para alcanzarla, todo desapareció en la nada.
Al mismo tiempo, David tampoco dormía. Su teléfono sonaba constantemente, era Natalia llamando, pero él apagó el teléfono. Luego sacó de repente un broche que llevaba consigo y lo miró fijamente...
Cuatro años después, en el aeropuerto de Estonia, tres figuras llamaban la atención. La joven llevaba el pelo largo recogido com una simple pinza y llevaba un audífono. Su rostro era muy delicado y hermoso, con unos ojos vivaces y una melancolía profunda propia de su edad. A su lado, un niño de tres o cuatro años vestía de manera sencilla, pero con una elegancia muy distintiva. El niño sostenía un periódico financiero, leyendo con atención. En el otro lado del no estaba Nuria, que ya pasaba los cincuenta.
-Es hora, hijo. Quédate en casa y escucha a la abuela, ¿de acuerd - Silvia miró el reloj y acarició suavemente la cabeza de su pequeño hijo, Oscar Orellana. El niño cerró el periódico obedientemente, cubriendo la página que hablaba de Julio, y respondió seriamente: Entendido-. A pesar de tener solo tres años, el niño parecía un pequeño adulto.
Silvia, mirando al niño tan parecido a
Julio, lo abrazó tiernamente com cierta nostalgia. Nuria le dio suaves
palmaditas en el hombro. The
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-Ve, ambos estarán bien cuidados, - dijo Nuria. Silvia afirmy
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subió
al avión con destino a Brasmo.
Dentro de la cabina de primera clase el viaje continuaba The content is on En !